domingo, 22 de agosto de 2010

Bora Bora

Si hay un sitio mítico en la Polinesia Francesa, ese es Bora Bora. Y por supuesto, no nos íbamos a quedar sin pasar por allí, por mucho que nos advirtieran de que era ‘superturística’ y ‘supercara’. De todas formas, ya nos ha pasado más de una vez que los sitios que nos pintan como masificados, resultan no estarlo tanto, y Bora Bora no ha resultado ser una excepción. Cosas de conocer el Mediterráneo y Canarias…¿Cara? Pues no más que el resto de la polinesia, a no ser que uno vaya de cabañita de lujo, que entonces sí que lo es absurdamente.
Nosotros llegamos allí, como casi todo el mundo, vía avión. El aeropuerto está situado sobre un ‘motu’, con lo que lo primero que uno hace al bajar a tierra, es subirse a un barco y hacer una mini excursión por la laguna, bien en las lanchas de los resorts, o como nosotros, en el miniferry que te lleva a la capital de la isla:

Bora Bora es el prototipo de isla montañosa rodeada de arrecifes de coral, y las montañas en ella son realmente imponentes:


El ferry atraca en la capital de la isla, que no tiene desde luego la pinta de un Benidorm…


Si descontamos los días de llegada, de salida, y los tres días de Maupiti, en Bora Bora estuvimos tres días completos, que dieron para mucho. El primero de ellos, antes de saltar a Maupiti, lo dedicamos a dar nuestra clásica vuelta a la isla, aquí en bici. El circuito es de 32 km, y les pondremos algunas fotos. La primera es en la costa SW. ¿Grandes hoteles, centros comerciales, discotecas…? Nada de ello. Una carretera con casas a los lados, una pequeña aldea de pescadores, y dos turistas; nosotros.


En varios puntos de la isla, se pueden ver restos de la Segunda Guerra Mundial. Después de Pearl Harbour, los americanos, con permiso de Francia, convirtieron la isla en un lugar estratégico, construyendo la pista de aterrizaje que ahora es el aeropuerto, trayendo a 6000 soldados y colocando cañones:


No subimos al pico más alto; como la mayoría de las montañas de Polinesia, es bastante inaccesible. Pero en el norte de la isla hay una pista en estado lamentable y sin señalizar que lleva a un ‘belvedére’. Algunas excursiones suben en 4x4, nosotros, a pié. Y el esfuerzo se premia con vistas magníficas:


 Grandes montañas volcánicas y costas sin acantilados, rodeadas por lagunas poco profundas y un anillo externo de arrecifes y motus que por el lado de fuera bajan hacia profundidades insondables ¿por qué? Darwin dio en el clavo con su teoría sobre la formación de arrecifes de coral alrededor de islas: la mayoría de las islas del Pacífico se están hundiendo lenta, pero inexorablemente. Y a medida que el conjunto de la isla se va hundiendo, también muy lentamente colonias de millones de animalillos van cubriendo las aguas poco profundas de la orilla con sus esqueletos de carbonatos cementados, formando los corales. Cuanto más se hunde la isla, más pequeña se va haciendo ésta. El borde de coral, sin embargo, continúa con su primitiva extensión, porque encima de antiguos corales que se hunden con el conjunto insular, vuelven a crecer nuevas colonias. De este modo, el borde del arrecife externo marca de manera aproximada hasta donde llegó a extenderse la isla originalmente. Y entre el arrecife externo y la isla se acumulan los restos desmenuzados en forma de arena de corales, caparazones y conchas. Y el efecto de arena blanca en fondos poco profundos con agua transparente produce las lagunas de color turquesa de las postales polinésicas…



 La siguiente foto nos muestra un poco como va esto del turismo en Bora Bora. A la izquierda se ven los bungalows de un hotel de lujo en un motu. Hay que reconocer que aquí los hoteles no tienen el impacto visual de nuestras tierras, ya que la mayoría tienen una estética que encaja mucho en el paisaje. En cambio a la derecha está la población polinesia que vive bastante desconectada de los grandes hoteles. Los hoteles de los motus tienen toda clase de comodidades, pero si un raro turista se aventura en la isla, se encuentra primero con que el hotel le sabla por trasladarlo a tierra firme, y una vez desembarcado, resulta que no hay transporte público para moverse (y eso que sólo hay una carretera que rodea la isla, bastaría una sola línea), sólo hay un par de cajeros en la capital, que además sólo dejan sacar de 40000 en 40000 francos (unos 35 euros, que dan para poco), no te aceptan tarjeta de crédito porque las líneas no funcionan muy allá (hemos estado un mes sin publicar porque internet va de pena…)De modo que el raro turista se vuelve a su hotel y dice a sus vecinos que no vale la pena ir a la isla, que no tiene nada y es pobre, con lo que en la isla cada vez ven menos turistas y menos dinero de éstos…


Actualmente esta isla, como todas las de la Sociedad, atraviesan una larga crisis. Décadas de turismo de lujo y funcionarios enviados desde Francia con sueldos duplicados han hecho que los precios sean altos incluso para bolsillos europeos. Si no pueden competir en precios, menos en calidad, porque el archipiélago es tan remoto y poco poblado, que el personal de los hoteles ni abunda ni tiene una formación acorde a 5 estrellas y 800 euros la noche. Así que no es raro que muchos grandes resorts, también alguno de Bora Bora, hayan cerrado (lo llaman reforma, pero en uno que hemos visto lo único que hay es un segurita para que no se cuelen ocupas…desde hace dos años). Esto tampoco parece preocupar demasiado a la población local, que tampoco ve el turismo de resort como nada útil para ellos. Algo más preocupa la caótica situación política, con cambios de gobierno cada medio año por transfuguismos constantes, que dejan a medias cualquier proyecto…
Pero volvamos a nuestro viaje. Si la vuelta a la isla se puede obviar por ser parecida o incluso menos atractiva que en otras, lo que uno no puede hacer es irse de Bora Bora sin hacer un tour por su fantástica laguna. Nosotros reservamos para el día siguiente a nuestro regreso desde Maupiti.
Ver el color de las aguas desde el barquito mientras el patrón toca un ukelele y canta canciones polinesias puede parecer una turistada, pero es una gozada…vean, vean:


La comida está espectacular…

¡qué color el del mar!





Y cuando te lanzan dentro de él, hay peces de todos los colores y además barracudas:


chuchos:


fragatas y charranes nos sobrevuelan:
Actualización 2016: Fregata minor + Thalasseus bergii 

Y debajo nos rodean los tiburones…

¡muchos tiburones!:


Después de un día de emociones fuertes, no es raro que el último lo pasáramos de relax en nuestra pensioneta, a la orilla de la playa…


Aunque Dani tuvo tiempo de ir a explorar un Motu desértico al sur de la isla…

Caro, turístico y decadente…quizá un poco de todo, pero hay que reconocer que estamos en un lugar único…

Y en nuestro próximo capítulo daremos una vuelta de tuerca al hundimiento de islas e iremos a las Tuamotu…

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