martes, 12 de abril de 2011

TAHITÍ

¡¡Cuánto tiempo!!
En efecto, acabamos de darnos cuenta estos días de que hace justo un año estábamos volando rumbo a Hobart, en el otro lado del planeta y comenzando nuestra aventura de cinco meses en las Antípodas...Además, en los últimos tiempos hemos estado liados y no he podido escribir las esperadas entradas...pero volvamos a donde nos habíamos quedado.

En la última entrada abandonábamos la isla de Tikehau y nos despedíamos de las Islas Tuamotu. Aunque con emoción hasta última hora: nos suben al avión, se coloca en pista, pero al cabo de un rato nos dicen que no, que nos quedamos por un problema técnico...corren rumores de que nos tienen que alojar en la isla, porque el técnico no viene de Tahití hasta el día siguiente, pero por otro lado en la isla no hay alojamiento... Y a las tres horas, sin aparición de técnico ninguno, el problema ha desaparecido y nos dicen que nos vamos...En fin, creemos que todos subimos con la mosca detrás de la oreja, pero efectivamente volamos a Tahití...
A lo tonto llegamos otra vez de noche al aeropuerto de Papeete...pero en el avión Marián hizo migas con una maestra de Tikehau que volvía unos días a la capi, y ya se pueden imaginar...nos invita a quedarnos en su casa!!

¡¡GRACIAS, LIVA!!
Aquí no hicimos grandes trekkings ni cosas muy aventureras. Con dos días justitos, más bien nos limitamos a un poco de recorrido turístico en coche de alquiler (a precio polinesio, es decir, saladito). Pero claro, no siempre uno hace turismo por Tahití...
Comenzamos por Papeete, la capital. No es un gran lugar, pero no hay turista que se precie que no se compre unos pareos y perlitas en el mercado...





Y ahora a explorar la isla: en el mapa pueden ver que Tahití esta formada por la unión de dos quasi-islas, Tahití Nui y Tahití Iti. De Papeete salimos hacia el norte. La primera parada era obligatoria para Dani: Point Vénus; el lugar donde el capitán Cook observó el tránsito de Venus de 1769 (el paso de Venus por delante del disco del sol, cosa que sólo ocurre dos veces cada 100 años, y que en el siglo XVIII era vital para mejorar las efemérides astronómicas necesarias para navegar...; por cierto, nosotros vimos el tránsito de 2004...)





Más adelante, entramos unos pocos kilometros en el Valle de Papenoo. Antiguamente se podia cruzar por una pista de norte a sur de la isla, pasando por el centro, pero ahora sólo se puede en 4x4. En efecto, a los pocos km la pista está inundada, pero nos podemos hacer una idea de lo selvático del interior tahitiano.


Siguiente parada, las cascadas de Faarumai, espectaculares caidas de agua en medio de la selva...aunque mejor ponerse repelente para mosquitos, o un pareo...


El entorno es realmente selvático...


Al fondo ya vemos Tahití Iti, donde iremos a pasar la noche en una pequeña y agradable pensión, Faré Maïthé.


Nada como un tecito matinal para comenzar nuestro último día polinesio:


Primero vamos hasta el final de la carretera por la cara norte de Tahití Iti, hasta Tautira. Una playa de arena negra en la desembocadura de un gran valle.


La religión es muy respetada...

El siguiente lugar no es la Laguna de Barlovento de La Palma, aunque lo parezca, sino su equivalente en la remota Tahití Iti. Es uno de los pocos lugares de cierta altura al que se puede acceder por carretera, y desde allí contemplar amplias vistas sobre el Istmo de Taravao.




Pescador polinesio en Tahití Iti
Ya en la costa, es obligado visitar el museo Gauguin. Aunque no tienen pinturas de él, si que hay abundantes objetos personales de su estancia en Tahití y las Marquesas, y mucha información sobre su movida vida y obra...




Y antes de volvernos hacia Papeete por el sur, nos alongamos a Teahupoo, al final de la carretera sur de Tahití Iti:



En tan apacible lugar, justo fuera del arrecife, rompen las terroríficas olas de Teahupo, famosas en el mundillo de los surferos. Nosotros nos limitamos a verlas desde la orilla con prismáticos...



La vuelta a Papeete por el lado sur tiene mucho tráfico, pero aun dio para alguna parada. Junto a unos tubos volcánicos Dani consiguió unas pocas fotos borrosas de una paloma endémica de Tahití:
Pigeon vert de la Société, Ptilinopus purpuratus, dificilíllo de ver
Al atardecer paramos en una playa. El arrecife forma una laguna con el agua lisa como una balsa de aceite. En el horizonte, el perfil de Moorea.


En Papeete, volvimos a ir a comer a las roulottes. ¡Que recuerdos de aquel pescado crudo con leche de coco! De allí, al aeropuerto, que ya conocemos el rincón de dormir...A las miles de la madrugada, ya están las señoras que venden collares de flores en plena faena...


Y muy tempranito, volamos para Nueva Zelanda. ¡Un vistazo de despedida a los arrecifes tropicales de Tahití!


Mucha gente sólo hace escala en Tahití en su camino a islas más exóticas y, todo hay que decirlo, más espectaculares. Pero si hay una oportunidad, vale mucho la pena echarle un ojo a una isla que pisaron el Capitan Cook, Darwin o Gauguin. Nosotros lo hicimos y no nos arrepentimos.
Y en el próximo capítulo una pequeña escala, Auckland-Nueva Zelanda.